17 de febrero de 2013

Claudilea Amarilius


Lili sólo había salido a dar su típico paseo de las 7 de la mañana. Como cada día, iba en busca de ramas nuevas para su colección de ramas, a la que llamaba: "mi colección de ramas" (nunca destacó por su imaginación).
 
 
Llegando a casa, se agachó para recoger a su rama 501, y allí estaba ella... la Claudilea Amarilius ,una flor amarilla típica de aquella región. Esta vez había decidido crecer entre la maraña de raíces de unos viejos árboles. Lili nunca había visto una de ellas de tan cerca, pero se sintió intimidada ante una postura tan prepotente. Para quien no la conozca, la Claudilea Amarilius siempre crecía en lugares dispares. Si le apetecía un paisaje más veraniego, crecía en las dunas de las playas entre las flores rojas. Estiraba su tallo tanto como podía para ser vista por todos. Si dos Claudileas Amarilius crecía en el mismo sitio, morían al instante...tanto egocentrismo era mortal.

 
En sus escapadas nocturnas a la capital, el Señor Darius que siempre se llenaba su pelo rojo de flores, le contaba que una vez vió a esta flor en medio del escenario de cabaret, aunque sólo duró un taconazo...
 
 
Pero, ¡ay, pobre de la que decidiera nacer en el jardín de Mama Jones!. No duraba mucho allí, la verdad. Cuando Lili, desde su habitación escuchaba a Mama Jones decir: "¡Flor del demonio!,¡a por ella chicas!" quería decir que ya había reunido a su ejército de gallinas psicópatas para picotear aquella flor...
 
 
Lili observó como la flor se movía en la misma dirección que ella; si andaba unos pasos a la derecha, ella se estiraba aún más y se giraba hacia la derecha; si por el contrario andaba unos pasos hacia la izquierda, se volvía a estirar y giraba hacia la izquierda. Podía haberse quedado allí toda la mañana dando vueltas, pero había muchas ramas todavía por recoger.
 
 
Pensó por un momento como sería su vida si fuese como la Claudilea: "Estirándome todo el día, queriendo ser mejor que las demás, siempre sola..." Sacudió la cabeza y dejó ese pensamiento en el lado izquierdo de su cabeza. Nadie sería tan estúpido de crecer en el jardín de Mama Jones por propia voluntad....
 

29 de mayo de 2012

El Señor Darius

Las únicas plumas que Lili había visto en su vida, eran las del ejército psicópata de gallinas de Mama Jones. Hasta que un día, sentada en el tejado verde de su casa, vió una extraña figura por el jardín vecino.Aquella casa había estado desierta desde siempre. O por lo menos así la recordaba.

Aquel hombre llevaba una sombrilla enorme del color de la Rosulus Centrilla. Lili odiaba a esa flor. Siempre queriendo ser el centro de atención con sus cantos nocturnos; eso sí, una vez espachurrada, tenía un bonito color rosa. En su cuello parecía que llevaba centenares de gallinas muertas de todos los colores. 

Dejó la sombrilla, se sentó debajo del único árbol de su jardín, y se puso a beber de una taza que saco de su bolsillo. Cada trago, echaba una cereza. Hasta ahí pudo ver, pues ese hombre se escondió en su casa con el primer rayo de sol.

 -¡Lili!, deja de soñar niña, las gallinas no se alimentan solas- ¿Que no?. Eso bichos eran más listos de lo que pensaba Mama Jones. Arrasaban tanto en el jardín, que Lili podría encontrar por lo menos 200 ramas para su colección de ramas: "mi colección de ramas". Tardó un poco en bajar del tejado; tuvo que dejar que se le pasara ese estado hipnótico que le había causado ese ser.
                                                                     
A las doce de la noche, Mama Jones se sentaba en su mecedora del porche fumando de su gran pipa que llegaba hasta el suelo. El ritual nocturno "del fumar" consistía en mirar fijamente a las pocas luciérnagas que se atrevían a acercarse a ella. Y en fumar, claro. Todo ritual que no consistiera en hacer al menos el 50% de lo que expresaba su nombre, estaba muy mal visto por el gremio de los rituales.

De repente, se oyó el crujir de la puerta de al lado. Salió aquel hombre, vestido de colores muy vivos, un sombrero altísimo y plumas de colores que le rodeaban su fino cuello. Su piel blanca se veía resplandeciente con la luz de la luna. Una piel demasiado blanca.

 -¡¡Vuelva al infierno de donde salió MALDITO DEMONIO!!-

Era muy divertido ver a Mama Jones esconderse detrás de una de sus gallinas. El poder de invisibilidad  que provoca una gallina en la cara, lo tenía muy dominado.

Lili volvió a su estado hipnótico con ese hombre. Sentía deseos de esconderse dentro de ese gran maletín para conocer el mundo de la ciudad y ver que pasaba con aquellas gallinas que se quedaban sin plumas.